Santiago de Chile, 5 oct (dpa) - La investigación por abusos a menores en Chile del sacerdote belga Alfonso Gielis abrió hoy un nuevo conflicto a la Iglesia católica de este país sudamericano, remecida los últimos años por casos similares.
La denuncia, que apunta a abusos sexuales cometidos al menos entre 1988 y 1992 contra cuatro niños de la etnia pehuenche, volvió a poner en discusión la actitud que tuvo el clero al conocer los hechos.
Un grupo de laicos que conocían del caso, ocurrido en un hogar de menores, reveló que la información era conocida por el obispo Adolfo Rodríguez de la sureña ciudad de Los Angeles.
"El obispo se juntó con el grupo de laicos y dijo lo siguiente: a pesar de que yo sé que es verdad, no puedo desmentir lo que dije ante la comunidad", afirmó el arquitecto Luis Riquelme a radio Biobío.
Los abusos, investigados en 1992, fueron admitidos por el propio autor, pese a lo cual la justicia chilena desestimó los cargos.
En Bélgica, los diarios "De Standaard" y "Het Nieuwsblad" dijeron que los casos serían cinco y que no se descartaría investigar hechos previos, debido a la estadía del clérigo en Chile entre 1975 y 2010.
Sin embargo, las leyes chilenas establecen prescripción para casos tan lejanos y la policía suele no investigar entonces.
Según "De Standaard", cuando los hechos se dieron a conocer, el obispo Rodríguez "se limitó a cambiar (a Gielis) de parroquia, sin decir ni una palabra ni amonestarlo".
Norbert Bethune, miembro de la comisión belga que investiga casos de abusos sexuales de sacerdotes belgas contra menores desde los años 60, calificó los relatos de las víctimas como confiables.
"Se trata de testimonios totalmente creíbles. Pero seguramente tiene que haber más casos. Gracias al respaldo de la Iglesia católica chilena, Alfonso Gielis pudo seguir trabajando con niños a pesar de las denuncias", lamentó Bethune.
La Iglesia católica chilena, otrora una de las instituciones más respetadas del país, entró este año en su peor crisis en décadas, después de que surgieran denuncias por abusos sexuales y neglicencias que enlodan a obispos y cardenales por su pasividad ante los hechos.
Un fallo este año de El Vaticano contra el sacerdote Fernando Karadima, formador de cinco obispos, destapó historias y críticas que develan la existencia de abusos por décadas, como en Boston.
Ese escándalo se suma a casos acaecidos en provincias y zonas rurales donde sacerdotes tenían incluso hijas a las que violaban, además de denuncias de abusos lésbicos de parte de monjas.
La Iglesia católica chilena, liderada hoy por el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, investigador de los Legionarios de Cristo, enfrenta así un escenario adverso.
Los fieles retiran su confianza y la amenaza de juicios civiles crece, por ejemplo.
Conciente de todo ello, Ezzati admite que la crisis "ha dañado a toda la Iglesia", añadiendo que en ella no hay espacio para los abusadores.
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